De niña bailó para el rey Alfonso XIII. El guitarrista “Relámpago” que la acompañaba, la miraba creciendo. Le dio su nombre de escena en honor al torero “Josélito el Gallo”. Cuando Carmen llego a la edad propia se caso con ella. “Era un terror” decía. “Me encerraba en la casa. No podía salir sola.”
Se fueron de gira a Paris y allí se quedo el resto de su vida hasta que finalmente se mudara a Toulouse, una ciudad mas tranquila con una importante comunidad española.
Cuando fui por primera vez a la capital (en 1976 para ver los Rolling Stones) me quedé en su apartamento, cerca de la place Clichy. Todavía lo tenia guardado en el caso que no le gustara la nueva ciudad adoptiva. Estaba llena de fotos enmarcadas. Todas pruebas que en Paris se lo paso como una gran dama del Flamenco. En una de ellas estaba con Laurel y Hardy. Había cocinado una paella para ellos. Luego me dijo que este día había cocinado dos paellas. Una para los invitados y otra para “el gordo”.
Una noche me llevo a un cabaret en el centro de Toulouse donde actuaba un alumno suyo. Este chico la había invitado y fue muy feliz verla. Yo no me podía creer el lugar. Un verdadero burdel de novelas. Terciopelo rojo, oro, cristales y lumières tamisées. Detrás de nosotros estaban, sobre un diván, un hombre en traje y corbata al lado de una mujer medio desnuda. La luz vertical alumbraba el cubo del champán pero no se podía ver las caras. No sé si Carmen sabia el carácter del lugar antes de venir pero no demostró ninguna sorpresa. Al contrario, disfrutó toda la noche del show, la compania, el champán. Salimos riendo y agradecidos.
Fuimos juntos al ultimo gran concierto de Arthur Rubinstein. Cuando pasé a recogerla me emociono. Estaba vestida de gala con todas sus mejores joyas. El único problema era que los pendientes de oro eran verdaderos campanarios. Fue un poco difícil escuchar a Mozart y Beethoven con las campanas de Carmen que so podía estar quieta.
Hubo un almuerzo memorable. Estaban “La Josélito” y Atahualpa Yupanqui. En Paris, ella había conocido Carlos Gardel. Monstruo sagrado para todos los Argentinos y mas allá. Entre copa y copa, Carmen insinuó que Gardel era homosexual. Yupanqui lo tomo como una insulta personal. Se puso duro, dio un golpe sobre la mesa y dijo muy secamente “a mi mesa no se habla así” y amenazo irse al instante. Carmen entendió enseguida el faux pas y se quedo quieta. Quizás, no le había pasado desde sus tiempos con “Relampago”.
Aquí esta La Josélito, gran bailaora, mi maestra, mi amiga. Este día me dijo que yo iba a ir a America y ser rico. Un encanto de mujer.